El comando de acción directa no violenta Phoracantha lo crearon los editores de Quercus/El Cárabo en 1983, tras acceder el PSOE al Gobierno en noviembre de 1982 con mayoría absoluta. Había que forzar una nueva política de conservación de la naturaleza. Solo con presión social se pudo contrarrestar el peso de los poderes fácticos que se resistían al cambio.
El PSOE desbancó a UCD, partido que modernizó y adaptó la dictadura a la democracia con gran eficacia. Las promesas electorales de descatados dirigentes socialistas, como Alfonso Guerra, de restar poder gremial a los cuerpos de ingenieros (Agrónomos, Montes Caminos) en asuntos ambientales y de Concha Saenz (quitar al ICONA) no se cumplieron.
Tras reconsiderar el slogan \»OTAN de entrada No\», el PSOE fue más lejos. Como prueba del algodón de su reconversión, aceptó que los aviones de la OTAN pudieran hacer maniobras con fuego real, disparando misiles sobre la fauna y la flora de uno de los bosques mediterraneos mejor conservados de España, las 26.000 hectáreas del hoy Parque Nacional de Cabañeros.
Al tiempo, dejaron en su puesto a los ingenieros que desmontaban la flora autóctona para hacer regadíos y aterrazaban montes y pastizales para sustituirla por cultivos industriales de especies arboreas invasoras.
Ambos atentados los paró con acción directa Phoracantha, que en sucesivas tandas no llegó a 20 personas. Su fuerza era el comando que se encadenaba y la desconocida, por invisible, labor de prensa de Teresa Vicetto.
Hubo otros intentos posteriores de acción directa. Pocos, al no alcanzar el éxito de Phoracantha y encontrarse con más mano dura. Les faltó una Teresa que, cuando los agerridos comandos se tiraban al monte, hiciera su guerra sin salir de casa, solo con un teléfono de aquellos de ruedecita que marcaba los números.
El primer secreto del éxito de la acción directa de Phoracantha era saltar a la ventanilla del maquinista y darle la nota que publicamos en este artículo. Mientras el maquinista detenía la máquina para leer aquel texto con tranquilina, el comando aprovechaba para encadenarse al bulldozer.
El segundo secreto era llevar a varios detrás de los que se encadenaban, con cámaras simulando ser periodistas. \»Engordar\» la presencia de prensa, con muchas cámaras disparando fotos y filmando, es fundamental. \»Protege\» al comando, por pacífico que sea, de las iras de maquinistas y policía.
El tercero, era avisar a Teresa, desde la cabina del pueblo a dónde la Guardia Civil hubiera llevado detenido al comando, para que a continuación ella, con la ayuda de varios colaboradores, simulara llamar desde diferentes medios de comunicación, pidiendo información del suceso. La \»avalancha\» de telefonazos de importantes medios de comunicación era mano de santo para que el interrogatorio fuera breve y soltaran rápido a los \»retenidos\», que no detenidos, como insistía en corregir \»a la prensa\» el abrumado portavoz del puesto.
La cuarta acción de Teresa era telefonear a los medios de comunicación, dictarles la noticia, e insistir y llamar a los contactos para que se publicara.
La quinta, llamaba a personalidades, como las de la hoja de ruta milagrosamente guardada, reproducida al lado, que corresponde a la acción de Palancares, para que enviaran telegramas solidarizándose.
La sexta era redactar artículos, como el que sacó en portada, sumario y páginas centrales de número 32 de la revista \’Natura\’ en noviembre de 1985 (con ventas de 64.000 ejemplares) de cuya plantilla era redactora, que elevaban las acciones de resistencia a los atentados ecológicos al grado de gestas homéricas.